30 de abril de 2010

Aún


Aún me sabes a oscuridad y tristeza, aun me sabes a abandono y lágrimas, aún me sabes a pregunta entre sábanas humedas bañadas de temor y vacio… aún me sabes a ruidos de noche y miedo de dia.

Aún me pregunto por el sabor el aroma y color de tu maternidad y por los lazos que debieron unir a tus retoños para hacerlos un ramo fuerte y no solitarios, lejanos y tristes ramas aisladas.
    Me empeñé en quedarme a tu lado, en abrazarte en medio de tu vejez desvalida y sola. Me dividi en pedazos para cada parte de la vida que me reclama en las diversas areas que respiro.
    Todo fué en vano, aun me sabes a tristeza, lágrimas, abandono, a incomprensión, a miedos en la habitación oscura, a hueco en el estomago y dolor en el alma.
   Muchos años después y cuando los demás abandonaron la plaza me aferré a ser lo que siempre quisimos todos, tus hijos, cariño y abrazo, protección y refugio y me empeñé en reunir cada rama para darte la sombra qe necesitas…pero tú tan solo volviste a quebrar mi corazón.
   Estaré como los otros cerca más no a tu alcance,
   Pendiente mas no disponible a tu maltrato,
   Responsable mas no esclava de tu humor y tu capricho,
   Amorosa mas no frágil y expuesta.

    Aquí estaré, tendiendo de nuevo puentes hasta que decidas, llamarme por mi nombre y al final de seis  al menos dos te queden.


de Quetzalli (la estrella del amanecer, Flor del Desierto)

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