13 de diciembre de 2011

rostros


La calle de domingo es un aparador donde en cada esquina, en cada sitio voy observando rostros.



Domingo en pleno centro, miro los rostros cenizos cargados de vicio de los jóvenes que pese al frío o tal veZ por él estan buscando ya la forma de obtener un cigarrillo para fugarse del clima físico y emocional.
Es larga la avenida y en algún sitio miro el rostro del cansancio y el fastidio de una chica que ayuda a los pies ajenos a buscar su gusto y tamaño exacto mientras ella misma se para apoyandose en un pie y disimuladamente levanta el otro y luego el otro y así alternadamente.
Llego a la esquina donde la ola de gente atraviesa una avenida principal, al pie de los grandes edificios coloniales veo unos ojos oscuros , grandes llenos de desesperación, un rostro moreno , cabecita rapada, ropa sucia el rostro de la pobreza , del hambre y la orfandad, todos corren a atravesarse pocos se detienen a dejar algo en aquella manita desvalida que no dice nada solo se acerca de vez en cuando a remover tu sensibilidad.
Centro comercial los rostros se suceden, uno que sonríe al decidir lo que ha de comprar, otros que miran precios y lanzan ssupiros, otros formados ante un rostro sonriente de sonrisa fingida puesta en la mañana con adherible que repite como autómata, gracias por su compra.
Algún rostro impotente cuando tiene que dejar una parte de lo que llevaba pero también el rostro de quien trata mal a la dependienta por una nimiedad y ostenta su nombre y su dinero en su cara de orgullo y prepotencia.
Es tarde estoy en el mall, rostros ávidos de comprar, caras recién lavadas con sonrisas de satisfacción, la buena gente que vive la high life, no deja de admirarme la autenticidad de la alegría de los rostros infantiles ricos y clase media que se distraen hasta con una tapa de soda.
Tambien veo a la salida del cine rostros enamorados que van diciéndose cariños con los ojos… De pronto en la tienda departamental, estoy ante un espejo y veo mi rostro, mi rostro tiene en sí todos los rostros de los sencillos , la mueca de fastidio ante el prepotente, el gesto de cansancio y pena de la chica de la zapatería, la triste orfandad del pequeño que pide limosna, el brillo de asombro del niño que descubre el mundo….paso mi mano por mi rostro… vuelvo a mirar , sonrio miro agradecida mi rostro que es capaz del asombro, la compasión, la alegría y a veces también el dolor de la conciencia.
© estrella del amanecer

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