13 de diciembre de 2011

Educadores

Él improvisa una canción y toca la escoba, sí porque guitarra no tiene, su rostro moreno se viste de una sonrisa desdentada o medio dentada, los chicos ríen alegres y sinceros. Suena el timbre y termina el concierto.

Las horas del día transcurren borrosas, el frio es fuerte y llena los cristales de nombres, corazones y mil figuritas, por entre esos claritos que chorrean al vapor de la respiración de 35 jóvenes vuelve a asomarse el rostro de don Chimino, sus dientes que sobreviven disparejos pero blancos vuelven a sonreírles a los rostros que disimulados dibujan la sonrisa tras los libros.
Ninguno como Chimino sabe sacar la alegría en medio de el montón de números que amenazan a los chicos en la pizarra, ninguno como él distrae tan impunemente a los 35 pares de ojos cuando los verbos y la imaginación no les alcanza para redactar un ensayo o una crítica literaria.
Es casi la hora de la salida y Chimino se sienta en el pasillo de afuera de mi grupo.. sus ojitos se empequeñecen al sonreír cuando le digo a los muchachos que abran la ventana, Chimino se acerca, son casi las dos de la tarde y se le ve cansado de barrer patios y secar los sanitarios pero no se ausenta la sonrisa de su rostro , mas al contrario está emocionado viendo la presentación sobre migración del equipo expositor,sin embargo de a poco va dejando de sonreir, creo que nunca le hemos visto tan serio, los chicos con sus playeras limpias sus celulares modernos, su cara blanca y rebosante de salud hablan sobre lo triste que es (en teoría claro ellos no lo viven) que las personas de escasos recursos tengan que dejar sus familias para irse a trabajar a los Estados Unidos , cierran su trabajo con un video que ellos mismos elaboraron con la canción de Arjona “mojado”, Chimino está callado, no hay sonrisa en su rostro, cuando los chicos terminan tan solo se le oye suspirar, algunos lo miran, él no sonríe, en este momento no…que pasa don Rufino? le pregunta alguno , y él contesta con los ojos cambiados sin sonrisa, mis hijos dice, viven en California, la voz se quiebra, los muchachos tragan saliva, se retira de la ventana, todo es silencio… me quedo pensando como Chimino, el intendente les ha entregado a los chicos una lección más, pero no de libros ni teoría, una lección de vida , justo como cuando se sobrepone día a día a su pobreza y los hace sonreír aun cuando están tristes, abrumados, malhumorados o conflictuados con sus padres… Todos en mayor o menor medida,con mayor o menor impacto somos educadores… un slogan nada mas? No, una gran verdad.


© estrella del amanecer

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