Aún me sabes a oscuridad y tristeza, aun me sabes a abandono y lágrimas, aún me sabes a pregunta entre sábanas humedas bañadas de temor y vacio… aún me sabes a ruidos de noche y miedo de dia.
Aún me pregunto por el sabor el aroma y color de tu maternidad y por los lazos que debieron unir a tus retoños para hacerlos un ramo fuerte y no solitarios, lejanos y tristes ramas aisladas.
Me empeñé en quedarme a tu lado, en abrazarte en medio de tu vejez desvalida y sola. Me dividi en pedazos para cada parte de la vida que me reclama en las diversas areas que respiro.
Todo fué en vano, aun me sabes a tristeza, lágrimas, abandono, a incomprensión, a miedos en la habitación oscura, a hueco en el estomago y dolor en el alma.
Muchos años después y cuando los demás abandonaron la plaza me aferré a ser lo que siempre quisimos todos, tus hijos, cariño y abrazo, protección y refugio y me empeñé en reunir cada rama para darte la sombra qe necesitas…pero tú tan solo volviste a quebrar mi corazón.
Estaré como los otros cerca más no a tu alcance,
Pendiente mas no disponible a tu maltrato,
Responsable mas no esclava de tu humor y tu capricho,
Amorosa mas no frágil y expuesta.
Aquí estaré, tendiendo de nuevo puentes hasta que decidas, llamarme por mi nombre y al final de seis al menos dos te queden.
de Quetzalli (la estrella del amanecer, Flor del Desierto)
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